PARTE 1ª
SI DIOS NO EXISTE, ¿TODO ESTÁ PERMITIDO?.
Dicen los cospiranoicos de hoy: La Agenda 2030, con sus anzuelos de “hambre cero” y “erradicar la pobreza” ha cautivado a gente de buen corazón que no es capaz de ver lo que esconde, o que cree posible reconducirla hacia el bien. Vano empeño (dicen ellos), porque fuerzas mucho más poderosas ¿...?, la conducen hacia el mal que encierra su mismo enunciado, como vamos viendo (con ojos de (illuminatis)), quienes aún nos evadimos del lavado de cerebro general y gregario.
-Con estos necios argumentos y otros que son tan viejos como el pecado, los cospiranoicos adormecen las conciencias laxas de gentes hedonistas que ante los efluvios del bienestar no ven peligrar su futuro incierto.
Señores! flaca memoria tenemos si no nos acordamos que en la Antigüedad el profeta Amós (el profeta de la Justicia Social, 750 años antes de C.) profetizo de parte de Yavé:
«Con esta plomada de albañil voy a medir si la conducta de mi pueblo Israel es recta. No le voy a perdonar ni una vez más» (Am 7,7-9).
¿Y qué pasaba en Israel para que Dios hubiera decidido destruirlo?
-En realidad el reino estaba atravesando una de sus etapas más prósperas, pues el rey Jeroboam II había logrado realizar un «milagro económico» sin precedentes. Pero todo ese bienestar y opulencia no hacía más que ocultaba detrás de muros de cañas, una enorme descomposición social que sólo Amós tenía el don de ver donde nadie veía. De comprender, iluminado por Dios, que las situaciones aparentemente favorables son falaces cuando están edificadas sobre la pobreza de muchos y el martirio de los desheredados. Que no puede haber religiosidad sin ética, y que no hay ética sin justicia social.
¿Preguntémonos qué queda hoy de la ciudad de Samaria? ¡Nada!, porque veinte años después de las profecías de Amós esta ciudad fue arrasada y saqueada por los ejércitos Asiria, los cuales contaron con la ayuda de los pobres, esclavos, denostados de la periferia… Y sus opulentos y necios habitantes fueron desposeídos de sus riquezas, asesinados o vendidos como esclavos.
Si en los países llamados desarrollados seguimos destruyendo el planeta y marginando y explotando las tierras y las gentes de los países en desarrollo… ¿Qué nos espera?
¿Podemos seguir tentando a Dios?
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