Cuándo vemos como Comunidades Autónomas emblemáticas, algunas como Cataluña, Valencia, Murcia, Baleares, se hunden en la miseria económica y moral..., es normal que no dejamos de preguntarnos por qué no se aplicó el:
Artículo 155 de la Constitución española
- Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
- Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas.
Si los gobiernos de turno que hemos tenido en España se hubieran limitado a hacer cumplir la CONSTITUCIÓN como es debido en vez de prevaricar, cuántos sobresaltos no nos hubiéramos evitado los españoles, que ahora por culpa de esas prevaricaciones nos vemos obligados a pagar con creces por todos esos desmanes, fastos, despilfarros y orgías, que nuestros gobiernos autónomos han cometido…
Y lo curioso es que tanto los partidos políticos, como los gobiernos habidos en las comunidades autónomas siguen erre que erre, empecinados en sus siglas e ideologías patateras, que son, o sólo sirven para embaucar y seguir maltratando a los tontos y a los necios. Escenarios virtuales donde los ciudadanos se ven expuestos a una presión de intolerancia política -en nombre de una aparente racionalidad- que lo único que hace es quitarle el espacio que necesitamos para respirar.
Por consiguiente es muy importante que los ciudadanos aprendamos a oponernos a las presiones veladas o directas que son -un parámetro tiránico-, orquestadas desde los partidos políticos y sus estrategas, que pretenden con señuelos relativistas absurdos de paraísos terrenales, estados del bienestar, alianza de civilizaciones..., imponernos determinados modelos de sociedad, que nos marginan y en muchos casos nos esclavizan y nos violentan. Como ocurre con la filosofía de la muerte, que tiene entre sus fines la mal llamada muerte digna (una velada pena de muerte asistida), o menos digna cuando se trata de aplicar los métodos crueles de violencia extrema, para eliminar un aborto.
Está más que claro que las nuevas ideologías nos han llevado a una suerte de crueldad y desprecio por el hombre, antes impensables (jamás antes se habían producido en España 120.000 abortos), y eso era debido a que había una conciencia y un respeto que emanaba de la ley de Dios, mientras que sin este respeto, el hombre se absolutiza a sí mismo y todo está permitido, volviéndonos entonces destructores inhumanos de hombres.
Algunos pensarán o dirán con razón: en la historia ha habido también guerras por causa de la religión, que la religión ha llevado también a la violencia…
Sí, es cierto que la violencia del hombre no tiene límites cuando esta cegado por el odio, la venganza o las simples pasiones… ¿Acaso Dios ha inventado los cañones, la pólvora y las torturas? En esos actos no está Dios (la ley natural nos dice: has el bien y aborrece el mal), sólo los egoísmos, los afanes humanos como fin y la aspiración ancestral del hombre de llegar a ser como dioses, frusta el bien al que todos tenemos derecho.
Acaso no es cierto que ni Napoleón, ni Hitler, ni Stalin, ni las fuerzas estadounidenses en Vietnam tuvieron que ver con luchas de fe… Y estamos hablando de cientos de millones de muertos. Y también es cierto que hace setenta años los sistemas ateos de Oriente y Occidente llevan el mundo a la ruina, en una época donde se excluye a Dios de todos los estamentos y que llevo al escritor Luis Begley a definir esta época como “un réquiem satánico”. Por tanto sigue siendo verdad la gran fuerza del bien liberada por tantos hombres y mujeres que como –Francisco de Asís, San Vicente Paul o la Madre Teresa- etc., que han hecho podible un rayo de luz y esperanza en nuestro mundo y que ha estado presente y ha resplandecido a lo largo de toda la historia.
Acaso no es cierto que ni Napoleón, ni Hitler, ni Stalin, ni las fuerzas estadounidenses en Vietnam tuvieron que ver con luchas de fe… Y estamos hablando de cientos de millones de muertos. Y también es cierto que hace setenta años los sistemas ateos de Oriente y Occidente llevan el mundo a la ruina, en una época donde se excluye a Dios de todos los estamentos y que llevo al escritor Luis Begley a definir esta época como “un réquiem satánico”. Por tanto sigue siendo verdad la gran fuerza del bien liberada por tantos hombres y mujeres que como –Francisco de Asís, San Vicente Paul o la Madre Teresa- etc., que han hecho podible un rayo de luz y esperanza en nuestro mundo y que ha estado presente y ha resplandecido a lo largo de toda la historia.
Victor Fankl llegó a la conclusión que de que no fueron sólo las ideologías nazis y comunistas las causantes de tantos desastres, sino la filosofía nihilista del siglo XIX que dice: Si el hombre es un simple producto de una naturaleza cambiante, un simple mono evolucionado, entonces, si al mono se le puede enjaular en un zoológico, al hombre se le podrá encarcelar en un campo de exterminio o en un gulag, si hacemos jabones con grasa animal, ¿por qué hacerlos con grasas humanas? Hoy vemos como la industria de la cosmética utiliza embriones humanos para sus cremas revitalizantes del cutis femenino y a todos nos parece natural.
Algo hemos perdido los humanos y no es sólo dinero en la bolsa. La verdadera crisis mundial, es una crisis de santos dispuestos a inmolar sus pasiones por amor y darse a los demás. Y no tener así que oír el lamento del poeta que decía:
Maldita sea la cruz
que cargamos sin amor
como una fatal herencia...
Algo hemos perdido los humanos y no es sólo dinero en la bolsa. La verdadera crisis mundial, es una crisis de santos dispuestos a inmolar sus pasiones por amor y darse a los demás. Y no tener así que oír el lamento del poeta que decía:
Maldita sea la cruz
que cargamos sin amor
como una fatal herencia...
¡Maldita sea la cruz
que no pueda ser La Cruz!
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